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Claves para no infravalorarse: Superar el Síndrome de Solomon (II)

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Hace unas semanas hablabamos del Síndrome de Solomon, el miedo patológico a ser el elemento diferente a un grupo, un temor que provoca que, con el fin de evitarlo y no quedar mal, el sujeto opte por hacer lo mismo que hace el grupo.

 

No cabe duda que el hecho de adaptarse a las circunstancias del grupo (ya sea de amigos, de trabajo, un equipo deportivo, etcétera) es necesario y deseable si queremos contar con unas relaciones sociales y laborales de calidad, pero en el momento en que esta actitud es demasiado frecuente o nos causa un malestar intenso y duradero es el momento de corregirlo, evitando de esta manera el riesgo de padecer el síndrome de Solomon (SS). Y es que dejarse llevar continuamente por la opinión de los demás puede conllevar problemas para nuestro bienestar. Te ofrecemos unas pautas para superarlo:

 

Respétate: “Si tengo que quedar mal con alguien que sea con otro menos conmigo mismo”. Repítete esta frase, ya que a veces, por no quedar mal con los otros, acabamos pasándonos factura a nosotros mismos por no hacer dicho lo que pensábamos o haber defendido nuestros intereses en beneficio de los del grupo.

 

Asertividad: decir lo que uno piensa respetando el punto de vista del otro en un principio básico de las relaciones sociales que nos previene contra el síndrome de Solomon. La asertividad se refleja cuando queremos decir no a lo que nos proponen, a la hora de hacer valer nuestros derechos personales, expresar nuestra opinión, hacer y aceptar una crítica, etcétera. Si crees que no eres lo suficientemente asertivo es posible que sea este déficit de habilidades sociales el problema que subyace al SS. La asertividad se aprende por lo que si no la has adquirido consulta a un especialista para recibir un entrenamiento en habilidades sociales o de técnicas específicas.

 

Deja de compararte: o si lo haces hazlo de una manera justa, no sólo sacando tus defectos. Es importante que potencies lo positivo que tienes frente a los demás, que te lo creas. Verás entonces que destacar o diferenciarte no es malo sino que en muchas ocasiones es positivo.

 

Toma tus propias decisiones, aunque te equivoques: las personas que desconfían más de sí mismos no son aquellas que se equivocan cuando toman decisiones, sino aquellas que no las toman y dejan que otros las tomen por ellos. Deja de creer que siempre hay alguien que sabe más que tú para tomar una decisión perfecta sobre lo que te conviene. Si te equivocas, mejorarás tu proceso en la toma de decisiones posterior. Y además, seguro que las consecuencias de ese error no son tan graves como piensas.

 

No te infravalores: la infravaloración es uno de los pilares que actúan como causa y consecuencia del síndrome de Solomon. Además, esta actitud personal afecta de forma importante a nuestra autoestima, disminuyéndola hasta niveles que pueden llegar a resultar patológicos. La infravaloración podemos aplicárnosla a diferentes niveles; desde el plano más físico (sentirse menos atractivo físicamente que otra persona o grupo), hasta el plano más personal (tener menos carisma, resultar menos interesante…) o el intelectual (ser menos inteligente). Para evitar la infravaloración, además de dejar de compararte debes repetirte la siguiente frase hasta llegar a interiorizarla: “tu opinión es tan válida como la mía, pero en aquello que tenga que ver conmigo mismo, la mía es más importante”. No dejes nunca que nadie decida por ti y mucho menos que se considere más conocedor de tus intereses o necesidades que tú mismo. A pesar de que a veces te equivoques, eres tú quien entiende tus propios motivos.

 

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