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Montserrat Guerra y Ángela Martínez finalizan un curso de actualización sobre Atención Psicológica a Victimas de Violencia de Género

La ansiedad es una emoción natural y adaptativa que nos permite un afrontamiento eficaz ante situaciones que valoramos como peligrosas.

Los conceptos de ansiedad, angustia y estrés han sido confundidos a lo largo de la historia

Dicho curso completa el realizado hace unos meses y que igualmente tenia a las mujeres maltratadas como eje central del estudio.

 

Bajo el epígrafe «Atención Psicológica a Víctimas de Violencia de Género: Evaluación, Intervención terapeútica y Herramientas» se ha estudiado las consecuencias de la violencia de género, efectos que provoca en la víctima, mitos que han intentado explicar la violencia de género, la primera entrevista con el psicólogo, trabajo terapeútico con mujeres víctimas de este maltrato, etc.

 

La violencia de género, ejercida en el 95% de los casos contra la mujer, es un problema que en la actualidad causa una importante alarma social, tanto por las cifras de prevalencia, como por la gravedad de sus efectos sobre las víctimas.

 

Aunque es fácil identificar la presencia de consecuencias físicas −desde lesiones a trastornos funcionales− siendo más difícil de detectar, los problemas psicológicos son más graves. Aproximadamente el 63% de estas mujeres desarrollan un Trastorno de estrés postraumático (TEPT), un 50% problemas de depresión, siendo muy frecuentes otros problemas psicológicos como los diferentes trastornos de ansiedad, disfunciones sexuales, insomnio, baja autoestima y, en general, un elevado nivel de desorganización y desadaptación en todas las parcelas de su vida.

 

Cuando una mujer acude a pedir ayuda, suele ser tras un período largo de sufrimiento como víctima (el promedio en diferentes estudios es superior a los 7 años), y después de haber agotado, con escaso éxito, los recursos de que dispone.

 

Es necesario tener en cuenta, por lo tanto, que el primer objetivo de la psicóloga o psicólogo será atender a una mujer que tiene una larga historia de sufrimiento que afecta a los aspectos más íntimos de su vida: su relación de pareja, su familia, su hogar. El hecho de que el hogar −lugar de especial seguridad para todas las personas−en estos casos se haya convertido en el lugar de peligro, de riesgo, incluso de la propia vida, hace especialmente dramática la existencia de estas personas.

 

Por eso debe tenerse en cuenta que, en muchos casos, la evaluación psicológica, o al menos su inicio, debe revestir más bien un formato de acogida, de apoyo y aceptación profesional y personal de quien acude pidiendo ayuda.

 

Se debe, en consecuencia, hacer hincapié de inmediato en establecer un entorno de seguridad y tranquilidad. Ha de hacerse explícito que, en ese momento con él o con la psicoterapeuta, está en una situación de seguridad, que no está sola, que el objetivo básico es ayudarla a superar los problemas que ahora le parecen insuperables y donde se va a aceptar lo que diga, al ritmo que ella lo desee, que tiene razón en sus quejas y en su malestar, y que en absoluto es “culpable” de su problema y su sufrimiento.

 

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