Escaso desarrollo de habilidades sociales
Dificultades para relacionarse

Gabinete de Psicología Montserrat Guerra
habilidades sociales

Escaso desarrollo de habilidades sociales
Dificultades para relacionarse

Habilidades sociales. -Las habilidades sociales son un conjunto de comportamientos aprendidos que incluyen aspectos conductuales, cognitivos y afectivos. La característica esencial de estas habilidades es que se adquieren principalmente a través del aprendizaje y están determinadas por factores ambientales, variables de la persona y la interacción entre ambos elementos.

Las habilidades sociales se van adquiriendo a lo largo de la vida pero la niñez y la adolescencia son, sin lugar a dudas, un período clave para dicho aprendizaje. Las habilidades sociales inciden en la autoestima, en la adopción de roles, en la autorregulación del comportamiento y en el rendimiento académico, entre otros aspectos, tanto en la infancia como en la vida adulta.

Desarrollar unas correctas habilidades sociales en los niños no solo les ayudará a construir relaciones más positivas o a interaccionar mucho mejor con los demás. Lo que pondremos a su alcance es el auténtico núcleo del aprendizaje social y emocional, ahí donde la empatía y la asertividad constituyen por sí mismos dos tendones psíquicos indiscutibles.

Las habilidades sociales pueden resultar algo complejo, puesto que en ellas se integran desde los sentimientos, las creencias, los valores y todo un repertorio de estrategias con las cuales, conseguir que el niño/a sobreviva y avance de manera sana en su recorrido social y emocional.

Habilidades sociales

La lista de habilidades sociales es extensa, éstas son algunas de las habilidades sociales más relevantes en niños/as:

  • Contacto ocular con quien te habla.
  • Tono de voz adecuado.
  • Escuchar.
  • Hacer una pregunta.
  • Decir no.
  • Sonreír a quién te mira amistosamente.
  • Saber expresar emociones.
  • Saludar y devolver saludo.
  • Saber compartir algo.
  • Ofrecer ayuda.
  • Saber hacer y mantener amigos.
  • Saber ceder en un conflicto.
  • Dar las gracias.
  • Dejar que otros niños entren en el juego.
  • Unirse a un grupo.
  • Controlar un enfado.

A todos estos procesos, los llamamos de “sociabilidad”, conforman por sí mismos unos cimientos determinantes en la vida del niño/a. Así, dependiendo de la calidad de los mismos y de las experiencias vividas, las percepciones, atribuciones construidas y los aprendizajes socio-emocionales asumidos, se dará forma a unas competencias sociales saludables y efectivas o por el contrario, a una serie de carencias llegada ya la pre-adolescencia.

Por otro lado, algo que nos comentan muy a menudo los expertos en psicología infantil es que la realidad social de hoy en día es mucho más compleja para los niños/as de lo que fue en su momento para sus padres. Los medios de comunicación, las nuevas tecnologías y las constantes reglas cambiantes de nuestra sociedad colocan a nuestros pequeños en un terreno que les queda grande y para el que no cuentan con una brújula con la que situarse.

Conseguir que desde pequeños nuestros niños/as aprendan a valorarse, a quererse y a proteger sus derechos e identidad es invertir en su calidad de vida y es poner alas a su potencial personal. Sin embargo, ¿cómo lograrlo? En ocasiones estamos tan inmersos en favorecer en ellos las competencias curriculares y en lograr que sean buenos en matemáticas y hábiles en el inglés que descuidamos por completo lo más esencial: favorecer una imagen positiva de ellos mismos.

Cada niño/a se desarrolla a su ritmo particular, sin embargo, las habilidades sociales maduran con una línea del tiempo típica, y su conocimiento puede servir a los padres de indicación respecto a problemas potenciales.

  • Hacia los 2 meses de edad. Los bebés ya miran a los ojos, sonríen y lloran para recibir atención.
  • Hacia los 4 meses de edad. El niño sonríe y juega con espontaneidad, llora si los padres dejan de jugar con él, y empieza a conectarse con la gente de alrededor imitando los gestos.
  • Hacia los 6 meses de edad. El pequeño responde emocionalmente con llanto o risa, se divierte con su imagen en un espejo, y se muestra atento a los desconocidos.
  • Hacia los 9 meses de edad. Las personas extrañas causan ansiedad e incluso provocan lágrimas; el niño muestra preferencias entre sus juguetes.
  • Cumplido el año de edad. El bebé ya tiene sus familiares preferidos e interacciona mejor con el entorno.
  • Hasta el 2º año de edad. Aumentan las rabietas e intentos de independencia; imitan a los adultos; les interesa tener niños/as cerca, aunque prefieren jugar junto a ellos en vez de con ellos.
  • Entre los 3 y los 4 años de edad. Aumenta su gama de emociones y las expresan con gestos y vocabulario más rico. Se muestran espontáneamente cariñosos/as. Juegan con otros niños/as.
  • Entre los 5 y los 6 años de edad. Empiezan a sentir vergüenza. Son conscientes de su sexo y prefieren la compañía de niños o niñas. Se muestran más habladores e independientes.
  • Entre los 7 y los 8 años de edad. Se muestran alerta a las percepciones ajenas. No prestan tanta atención a las instrucciones de los padres; tratan de expresar sus sentimientos con palabras.
  • Entre los 9 y los 10 años de edad. Limitan sus amistades a menos niños, pero estos resultan amigos más íntimos. Desarrollan su identidad propia. Son curiosos y se hacen los graciosos, también se vuelven peleones.
  • Entre los 11 y los 15 años de edad. Valoran más las opiniones ajenas. Experimentan con cambios de estilo de vestir e ideas en la búsqueda de su identidad; son más introspectivos y celosos de su identidad.
  • Entre los 16 y los 18 años de edad. Pueden distanciarse emocionalmente de los padres; se muestran interesados en el sexo opuesto; son más independientes. Pueden mostrarse egocéntricos e impulsivos.

Gabinete de psicología