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Cuento para el control de la ira

La ira es una reacción emocional lógica del ser humano ante situaciones que se perciben como una injusticia o ante algo que se interpone entre lo que queremos y lo que en realidad sucede.

 

Desde esta perspectiva, como cualquier emoción, no sólo es útil, sino también necesaria, pues supone una voz de alarma ante lo que consideramos una agresión, reduce el miedo a la misma y genera la energía necesaria para actuar.

 

Sin embargo, no hay que olvidar que la irascibilidad también puede ser un síntoma propio de estados de ansiedad, agotamiento, depresión, o cosas más serias.

 

En cualquier caso, ser consciente de las causas de las reacciones de ira y aprender a gestionar este tipo de emoción es muy importante, ya que permite evitar los estallidos poco o nada justificados que pueden llegar a ser del todo irracionales.

 

A continuación, reproducimos un cuento que nos puede ayudar en el control de la ira, algo de lo que mucho se habla en las consultas de los psicólogos y que puede resultar de gran utilidad;

 

El hombre airado

 

“Un hombre que sufría ataques de ira estaba ya harto de esta situación y un día decidió solucionar su problema. Para ello, fue en busca de un viejo sabio que conocía como nadie los secretos del alma humana.

 

Cuando estuvo ante él, le dijo: “Señor tengo fuertes arranques de ira que están arruinando mi vida. Sé que es mi carácter, pero estoy dispuesto a hacer lo que usted me recomiende para cambiar”.

 

“Puedo hacerme una idea de lo que te sucede pero, para ayudarte, la próxima vez que te invada la ira, deberás venir corriendo para mostrármela.”, le ordenó el sabio.

 

Tras unos días de calma, el hombre volvió a notar cómo la ira se apoderaba de él y salió a toda prisa a ver al anciano. Pero, como vivía en lo alto de una colina, tardó más de media hora en llegar. Cuando estuvo ante él, ya se le había pasado el ataque. Y así sucedió una y otra vez, pues cuanto más corría, más agotado y menos enfurecido llegaba ante el sabio.

 

Un día llegó superagotado y el venerable anciano sentenció: “Creo que me has tomado el pelo. Si la ira formase parte de ti, podrías enseñármela. No es tuya. Te atrapa en cualquier sitio y luego te abandona. Así que la solución a tu problema es fácil: la próxima vez que quiera apoderarse de ti, no lo permitas y haz algo para que no te controle ella a ti.”

 

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