Las mujeres sordas reúnen las dos particularidades, ser mujer y ser discapacitada, el resultado de ambos obstáculos, deriva en tener que enfrentarse a una doble discriminación y a múltiples barreras que obstaculizan el logro de derechos estimados como fundamentales o vitales.
Dentro de la desigualdad que sufre la mujer, las mujeres sordas van a ocupar una posición más agraviada. La mujer Sorda se encuentra con más hándicaps, prejuicios y dificultades que los hombres Sordos en aspectos como: la existencia de un mayor desempleo, de salarios inferiores, mayores privaciones educativas y/o informativas, exiguo o nulo acceso a programas dirigidos a mujeres, mayor riesgo de padecer abuso sexual, físico y psíquico debido a sentirse desprotegidas…. Estas actitudes hacia las mujeres Sordas conllevan aislamiento y exclusión social ya que en muchos casos desconocen sus derechos de participación e igualdad.
Montserrat Guerra conoce de primera mano la realidad de la comunidad sorda tras haber trabajado durante 5 años como psicóloga clínica para FESCAN, la Federación de Asociaciones de Personas Sordas de Cantabria.
La violencia de género es la manifestación más grave de desigualdad. Comprende cualquier agresión física y/o psicológica incluida las agresiones a la libertad sexual, las amenazas, las coacciones o la privación arbitraria de libertad, sobre las mujeres por el mismo hecho de serlo y es utilizada por el hombre para ejercer su poder y mantener a la mujer en una posición de subordinación.