Adicciones


PSICOLOGA ADICCIONES SANTANDER – El gabinete de psicología lleva trabajando desde hace año con las adicciones y como complemento a dichas terapias ha puesto en marcha el PLAN TUTELA contra las adicciones que da un paso más en la ayuda que se ofrece al paciente.
En el sentido tradicional una adicción es una dependencia o necesidad hacia una sustancia, actividad o relación debido a la satisfacción que esta causa a la persona.
A diferencia de los simples hábitos, las adicciones son «dependencias» que traen consigo graves consecuencias a la persona porque afectan negativamente la vida personal y social del individuo y su salud física y mental. Es adicta la persona que cree que no puede vivir sin la influencia de cierta sustancia química o actividad, por lo cual la consume en forma permanente y compulsiva.
El consumo de drogas legales (alcohol y tabaco) como de algunas ilegales (ej., cannabis, cocaína, drogas de síntesis, etc.) se ha extendido en nuestra sociedad de modo amplio en las últimas décadas. Ningún país desarrollado ha quedado atrás en el surgimiento de estos problemas, tal como lo reflejan distintos estudios, encuestas y la propia realidad clínica de las personas que acuden en busca de ayuda cuando el problema les ha desbordado o les está produciendo graves consecuencias en su salud física, en su salud mental, en su trabajo, en la vida familiar, en su economía, etc. El adicto no controla su adicción, sino que vive en función de ésta, este es el eje y el condicionante de toda su rutina, si trata de salir repentinamente de esta rutina se ve afectado por problemas de ansiedad y por lo general vuelve a caer en el consumo de su adicción.
No solo el alcohol y las drogas causan adicción. Una adicción es la necesidad irrefrenable y compulsiva a cualquier cosa que cause satisfacción al llenar un vacío emocional, y siempre implica abuso lo que tiene como consecuencia caer en un proceso autodestructivo.
Las adicciones siempre empiezan por un acto voluntario buscando alguna satisfacción y provocar un estimulo agradable. Precisamente por encontrar esa satisfacción y el estimulo agradable, se empieza a sentir la necesidad de repetir la experiencia. El cerebro reacciona generando endorfinas, o sea, las hormonas de la felicidad. Esas hormonas son las que dejan una sensación de agrado en el cuerpo como reacción a la actividad que las generó. Ésta es la puerta de entrada a la adicción, aunque ahora solo sea un hábito.
La mente aprende. Realizar una acción, la que sea, que de felicidad y agrado, nos llevará a querer más. El problema viene cuando ese estimulo es dañino y la mente no pone las barreras racionales para evitarlo.
La adicción se completa cuando tenemos carencias afectivas y vacíos emocionales que se satisfacen con la sensación de felicidad que esa acción está dejando en el cuerpo. El cuerpo y la mente empiezan a solicitar el estimulo de manera más frecuente e intensa.Cuando no se satisface esa necesidad, existe sufrimiento. A ese sufrimiento se le conoce como síndrome de abstinencia. Cuando hablamos de un síndrome hablamos de un conjunto de males y síntomas. Cada adicción tiene un síndrome de abstinencia que le caracteriza.
En la actualidad se acepta como adicción cualquier actividad que el individuo sea incapaz de controlar, que lo lleve a conductas compulsivas y perjudique su calidad de vida, como lo pueden ser la adicción:
La terapia psicológica en las adicciones:
Una adicción es un proceso aprendido. El cuerpo aprende a encontrar satisfacción con aquello a lo que se hizo adicto, de igual manera, se puede cambiar ese aprendizaje, aunque no es fácil.
Dependiendo de la adicción, la psicoterapia se entiende como una ayuda a los tratamientos de desintoxicación (en el caso de drogas) que la persona lleva a cabo, o si la adicción no es física pueden ser suficientes las sesiones psicológicas.
Lo más difícil para abandonar una adicción es reconocer que ésta existe y tener la voluntad para dejarla, principalmente durante el síndrome de abstinencia. Cuando el enfermo reconoce que tiene un problema incontrolado y se atreve a pedir ayuda estará preparado para recibir el apoyo psicológico.
Las ADICCIONES más comunes que se tratamos en el Gabinete de Psicologos Santander:
Alcohol
En España, y en los países del entorno, el consumo clásico de las personas ha sido el vino y, para las ocasiones especiales, bebidas destiladas autóctonas (ej., el aguardiente, brandy, anís, etc.). En las últimas décadas se han introducido otros productos alcohólicos, o se han generalizado otros que eran minoritarios. Nos referimos a la cerveza y a los licores, especialmente las bebidas de alta graduación y en formas de destilados importados, como el whisky, el vodka, etc. Al mismo tiempo, en los últimos años, ha surgido un nuevo fenómeno que para nosotros era desconocido: el cambio en los patrones de consumo. Mientras que el llamado consumo mediterráneo de alcohol se centraba fundamentalmente en el vino, en dosis bajas pero diarias, los nuevos patrones de consumo que han surgido en estos últimos años en jóvenes son radicalmente distintos, y casi idénticos al patrón de consumo anglosajón: consumo de bebidas de alta graduación (y foráneas a nuestra cultura de consumo tradicional de alcohol), sólo en fin de semana, en cantidades altas y abusivas, en muchos casos con el único objetivo de conseguir en poco tiempo la embriaguez (Becoña y Calafat, 2006; Lorenzo, 2005).
A ello se añade en los últimos años el fenómeno del “botellón”, que se ha ido extendiendo a lo largo de la década de los años 90 del siglo XX por ciudades y pueblos sin parar hasta llegar a la situación actual, donde se ha generalizado por toda la geografía nacional (Calafat et al., 2005). El botellón se caracteriza por el consumo de bebidas en la calle, plazas, zonas porticadas, etc., por parte de jóvenes, muchas veces menores de edad, conseguidas a bajo coste en supermercados o en su propia casa y que, mezcladas con bebidas sin alcohol, permite conseguir muchas dosis a partir de un litro de una bebida alcohólica de alta graduación. Este nuevo patrón de consumo acarrea nuevos problemas y exige abordajes innovadores para afrontar los mismos, así como tomar medidas para preservar la salud de las personas que se pueden ver afectadas por este nuevo tipo de consumo. Pero esto no ocurre únicamente con el alcohol. Pasa lo mismo con el tabaco (Becoña, 2006b), el cannabis (Grupo de Estudios sobre el Cannabis, 2004), las drogas de síntesis, etc.
Tabaco
En relación al consumo de tabaco, desde hace años sabemos que fumar se considera una epidemia, la epidemia tabáquica. Fumar cigarrillos es la principal causa evitable de mortalidad y morbilidad de los países desarrollados, produciendo un gran número de muertes prematuras cada año, unos 3 millones en el mundo, de los que corresponden a España unos 50.000. A pesar de que en los últimos años venimos asistiendo en los países desarrollados, como en España, a un descenso en el consumo de tabaco, fundamentalmente en los varones, todavía actualmente fuma en España, de modo diario u ocasional el 29.9% de las personas de 16 o más años (35.8% de varones y 24.3% de mujeres).
En el Gabinete de Psicología de Psicologos Santander ayudamos en los tratamientos para dejar de fumar, consúltenos.. Más información sobre tratamientos para dejar de fumar.
Cannabis
El consumo de cannabis, en sus distintas formas, tiene efectos psicoactivos en el individuo. Es una droga por sus propiedades de producir intoxicación, tolerancia, dependencia, etc.
Su presentación puede ser:
1) en forma de hachís, que es un compuesto obtenido a partir de la resina de la planta, 2) como triturado seco de flores y hojas y 3) como aceite.
Habitualmente se consume fumándolo, y tiene un efecto bifásico, comenzando por una fase de estimulación, con euforia, bienestar, aumento de la percepción y ansiedad; y seguida por una fase de sedación, en la que predominan la relajación y la somnolencia, pudiendo llegarse a conciliar el sueño. Otros fenómenos habituales en el consumo de cannabis son la agudización de las percepciones visuales, auditivas y táctiles, la distorsión del espacio y del tiempo, la risa fácil, locuacidad y aumento del apetito. Existe paralelamente una alteración de las funciones cognitivas, con afectación de la atención, alteración de la memoria reciente y dificultades para la resolución de problemas.
El consumo habitual de cannabis durante largos períodos de tiempo se asocia a alteraciones neuropsicológicas relacionadas con los procesos atencionales, mnésicos y de velocidad de procesamiento de la información, así como a dificultades psicomotrices.
Heroína
Hasta hace unos años se administraba fundamentalmente por vía intravenosa; hoy ésto sólo lo hace un porcentaje reducido de sus consumidores. También es posible fumarla (“chinos”) o esnifarla. El primer consumo de heroína produce náuseas, vómitos y disforia; tras estas molestias propias de las primeras ocasiones aparecen los síntomas buscados, como placer, euforia y reducción de la ansiedad; si el consumo continúa, estos efectos placenteros se siguen produciendo durante un tiempo, conocido como la “fase de luna de miel”. En la siguiente fase se consume sólo con el objetivo de encontrarse bien y evitar el síndrome de abstinencia.
La inyección intravenosa produce inicialmente una sensación de éxtasis muy intensa (el flash) durante 5 a 15 minutos. Después se experimenta una sensación, menos intensa, de satisfacción, euforia y bienestar, que dura de 3 a 6 horas. Después de la misma, hay un fuerte deseo de conseguir más droga para obtener esos efectos. Esto hace de esta droga una sustancia especialmente mala para el individuo. Produciendo un efecto devastador.
La intoxicación por heroína tiene síntomas muy característicos, como una miosis muy intensa (pupilas en punta de alfiler), euforia, apatía, irritabilidad o disforia, retardo psicomotor, somnolencia, lenguaje farfullante, reducción de la atención y deterioro de la capacidad de juicio. Otros síntomas asociados son bradicardia, hipotensión, hipotermia, analgesia y, en muchas ocasiones, un estreñimiento pertinaz. Cuando la intoxicación es muy intensa puede desembocar en una sobredosis, que en muchos casos produce la muerte.
El síndrome de abstinencia de la heroína aparece varias horas después de que el individuo se ha administrado la dosis, sobre las 8 horas desde el último consumo. Éste alcanza su punto álgido a los dos o tres días y desaparece tras siete a diez días. Los signos y síntomas más importantes, semejantes a una gripe fuerte, son: piloerección, sudoración, lacrimeo, bostezos y rinorrea, al principio; luego, diarrea, dolor generalizado en las articulaciones, incremento de la frecuencia respiratoria, vómitos, dilatación pupilar y pérdida de peso.
Transcurridas 36 horas desde el último consumo, los síntomas de abstinencia aumentan en gravedad, pudiendo aparecer contracciones musculares incontrolables, calambres, escalofríos alternando con sudoración, aumento de la tasa cardíaca y de la presión sanguínea y perturbaciones del sueño. Los síntomas más intensos duran unas 72 horas y disminuyen gradualmente durante los siguientes 5 a 10 días.
El consumo regular de heroína provoca niveles considerablemente altos de tolerancia. No suele ser la primera sustancia consumida que posee efectos psicoactivos, sino que previamente ha consumido otras (ej., alcohol, cannabis, etc.). Una vez establecido un patrón de dependencia o abuso de opiáceos, algo que sucede rápidamente, la búsqueda de la droga se convierte en el centro de la vida del individuo.
Es una sustancia muy adictiva; desarrolla rápidamente tolerancia y dependencia.
Cocaína
En el consumo de cocaína se distinguen dos tipos claramente diferenciados: el episódico y el crónico (diario o cuasi-diario). En el primer caso, el consumo se hace en fines de semana, en fiestas, ante una sobrecarga de trabajo, etc. A veces se produce el “colocarse”, consistente en consumir esporádicamente pero a dosis altas. Cuando esto ocurre, la bajada suele ser intensa y en ocasiones se produce un síndrome de abstinencia que dura varios días. En el consumo crónico, diariamente o casi diariamente, en dosis moderadas o altas, a lo largo de todo el día o a unas horas determinadas, conforme trascurre el tiempo se produce el fenómeno de tolerancia, lo que exige ir incrementando la dosis. En un momento determinado la droga deja de producir efectos placenteros o éstos son muy escasos, por lo que se consume más para evitar el síndrome de abstinencia.
Los principales efectos de la cocaína son euforia, labilidad emocional, grandiosidad, hiperalerta, agitación psicomotriz, insomnio, anorexia, hipersexualidad, tendencia a la violencia y deterioro de la capacidad de juicio. Como ocurre en otras drogas, el consumidor de cocaína suele serlo también de otras sustancias, con abuso o dependencia de las mismas, como alcohol, hipnóticos o ansiolíticos, con el objetivo (con frecuencia) de aliviar los efectos negativos de la intoxicación por cocaína. Algunos de los efectos producidos por la abstinencia de cocaína son depresión, irritabilidad, anhedonia, falta de energía y aislamiento social. Igual que ocurre con el cannabis, puede haber disfunción sexual, ideación paranoide, alteraciones de la atención y problemas de memoria.
Cuando se deja de consumir cocaína se produce un intenso crash (síndrome de abstinencia), caracterizado por disforia, dolores gastrointestinales y otras sensaciones desagradables como craving, depresión, trastorno de los patrones del sueño, hipersomnolencia e hiperalgesia.
Distintos estudios han encontrado relación entre trastornos afectivos y abuso de cocaína, lo que sugeriría un uso de la misma para controlar el estado de ánimo depresivo. Esto parece claro cuando después del síndrome de abstinencia no remite la depresión, que puede confundirse inicialmente con uno de los síntomas del síndrome de abstinencia de la cocaína. Este hecho se aduce con frecuencia como apoyo de la hipótesis de la automedicación, aunque no se ha confirmado.
Los síntomas de abstinencia no dejan ninguna secuela fisiológica, aunque los síntomas como disforia, falta de energía y anhedonia pueden durar de una a diez semanas. Ello facilita la recaída ante el recuerdo de los efectos eufóricos que produce la cocaína.
La cocaína produce un elevadísimo grado de dependencia psicológica y poca dependencia física, como ha demostrado la investigación con animales. Así, cuando se suspende bruscamente la administración de cocaína no se producen trastornos fisiológicos tan graves como los observados con otras sustancias.
Las drogas de síntesis
Las drogas de síntesis son sustancias que, al igual que la cocaína, ejercen una acción estimulante sobre el Sistema Nervioso Central. Sus principales efectos son la elevación del estado de ánimo, disminución de la sensación de fatiga y del apetito. Al finalizar los efectos estimulantes iniciales surge la depresión y la fatiga. La supresión súbita del consumo provoca la aparición de signos contrarios a la intoxicación: agotamiento, sueño excesivo, apetito voraz y depresión.
Algunas personas dependientes de las anfetaminas han comenzado el consumo de las mismas con la finalidad de suprimir el apetito o controlar el peso. El consumo de anfetaminas en personas con abuso o dependencia de las mismas puede ser episódico o crónico y diario o casi diario. En el primer caso, hay un alto consumo episódico seguido por varios días sin consumir (por ejemplo, sólo los fines de semana). En el segundo, el consumo puede ser alto o bajo, pero se produce a diario o casi a diario. La persona deja de consumir cuando queda físicamente exhausta o no puede obtener más anfetaminas. El síndrome de abstinencia de las anfetaminas, cuando la dosis es alta, dura muchos días. Los consumidores de anfetaminas también suelen usar otras sustancias para evitar los efectos negativos de la intoxicación por anfetaminas tales como el alcohol, los sedantes, los hipnóticos o los ansiolíticos.
Algunos de los efectos conductuales más importantes que produce la abstinencia de las anfetaminas son depresión, irritabilidad, anhedonia, falta de energía, aislamiento social y, en algunos casos, ideación paranoide, alteraciones de la atención y problemas de memoria. En ocasiones, se pueden producir comportamientos agresivos durante los períodos de intoxicación.
Adicción al juego, ludopatia
La adicción al juego es la que más atención ha recibido desde los años 80 del siglo XX. En España, la adicción al juego se relaciona sobre todo con las máquinas tragaperras, debido a las características de funcionamiento de las mismas: fácil accesibilidad, apuestas pequeñas con la posibilidad de conseguir ganancias proporcionalmente importantes, inmediatez entre la apuesta y el resultado, y manipulación personal de la máquina (a lo que se asocia cierta ilusión de control, y los estímulos visuales y sonoros)
La persona comienza a jugar de forma gradual, ganando algún premio ocasionalmente, a los que da gran importancia, a la vez que comienza a minimizar las pérdidas. Este proceso refuerza la autoestima y su optimismo frente al juego. Progresivamente, el tiempo y el dinero dedicado al juego va aumentando, y las pérdidas llegan a ser importantes. Con el fin de recuperar el dinero perdido la persona se va endeudando, sin conseguir su objetivo y endeudándose más y más hasta que la situación se vuelve insostenible. Habitualmente, cuando su entorno cercano se percata de la situación, la pérdida del control de impulsos y las consecuencias del juego sobre los distintos ámbitos de su vida son ya bastante graves, y el intento de que el jugador deje su adicción suele tener escasos resultados. Aún así no es extraño que su conducta remita temporalmente y que la familia asuma las deudas contraídas. Lo más probable es que antes o después el jugador recaiga, buscando ocultarlo a su entorno y viéndose de nuevo en una situación de deudas insostenible, que mantiene la conducta de juego, con la ilusión de la posibilidad de recuperar las pérdidas y volver a la normalidad, hasta que su familia o pareja se percata de lo que está aconteciendo, lo que puede tener dramáticas consecuencias para el jugador y las personas allegadas.
En los jugadores patológicos son característicos ciertos sesgos cognitivos, como la ilusión de control sobre el propio azar, atribución interna de las ganancias y externa de las pérdidas, y una focalización de la atención sobre las ganancias, minimizando las pérdidas. Es habitual también que estas personas consuman alcohol u otras drogas mientras juegan, pudiendo llevar al desarrollo de otras adicciones.
Adicción al sexo
Hablamos de adicción al sexo cuando el deseo de mantener relaciones sexuales es demasiado frecuente y la búsqueda de satisfacción del mismo ocupa gran parte del día, o conlleva consecuencias negativas. El adicto sexual se caracteriza por una necesidad de conducta sexual excesiva, y por un pensamiento continuo y obsesivo respecto del sexo.
El sexo domina su pensamiento y su conducta y la persona persiste en este comportamiento a pesar de las graves consecuencias negativas que le reporta a él/ella y a las personas de su entorno (en los casos que hay una relación estable es especialmente perjudicial y dolorosos los efectos en la pareja, se convierte en víctima del comportamiento incontrolado, de las mentiras, engaños, justificaciones… y en ocasiones sufrirá el contagio de enfermedades de transmisión sexual).
LoS adictos al sexo, contrariamente a lo que popularmente pueda creerse, no viven placenteramente esta sexualidad ya que su comportamiento responde a un impulso, a una necesidad de la que no son capaces de controlarse para después de realizada la conducta sentir en muchas ocasiones vergüenza y arrepentimiento. En ocasiones la persona llega a tener conductas sexuales que van en contra de sus normas morales como persona, lo que le puede llevar a vivir una doble vida basada en el engaño y la mentira.
La adicción sexual se presenta de muchas formas: masturbación compulsiva, relaciones sexuales con prostitutas, sexo anónimo con múltiples personas, consumo constante de pornografía, relaciones sexuales que entrañen peligro, contacto por anuncios o abuso de líneas telefónicas eróticas…La adicción puede mostrarse con una sola conducta o puede implicar varias.
Señales de alarma de adicción al sexo
-La persona muestra actividad sexual muy frecuente, desproporcionada y desadaptada. Sus pensamientos también son de contenido sexual y se convierte es obsesiones que ocupan continuamente su pensamiento respecto a lo que desea hacer o cómo hacerlo.
-Por más que la persona se hace propósitos de no realizar determinada conductas sexuales le resulta imposible mantenerse abstinente o reducir.
-Muchas veces la persona vive su conducta sexual en secreto respecto a su entorno, llevándole en ocasiones, a llevar una doble vida de mentiras, engaños y ocultación.
-La persona experimenta una progresiva tolerancia, por lo que ha de aumentar la frecuencia, se necesita más tiempo para obtener el resultado deseado o a de aumentar la intensidad de la conducta sexual. De este modo, la persona puede empezar por experimentar un uso compulsivo y desmedido de la masturbación, consulta de pornografía etc. pero con el tiempo para experimentar las mismas sensaciones ha de incluir ya conductas más peligrosas, como por ejemplo puede ser implicarse en relaciones sexuales con varios desconocidos…
-La búsqueda de sexo o la realización de conductas sexuales ocupan un tiempo excesivo, hasta el punto de relegar obligaciones profesionales, académicas, familiares…
-Disminuyen también el tiempo de ocio dedicado a otras actividades que normalmente se hacían con amigos o familiares de manera que paulatinamente se va aislando de su entorno.
-El adicto al sexo continua con la conducta a pesar de las consecuencias negativas derivadas, estas pueden ser: riesgo de contraer una enfermedad, problemas matrimoniales o separación, pérdida de los derechos de estar con los hijos menores, abortos o los embarazos no deseados, hay casos en que se da riesgo de detención…
-Se experimenta cierta abstinencia con síntomas físicos y emocionales si no puede hacer la conducta sexual. Esta sintomatología puede comportar: elevada ansiedad, inquietud, mareos, dolores en el cuerpo, dolores de cabeza, insomnio, cambios de humor, depresión o irritabilidad etc.
-Es frecuente la falta de conciencia respecto al problema, por lo que el adicto al sexo suelen tomar conciencia cuando las consecuencias que se derivan de su conducta les resultan importantes, vitales o ineludibles.
Adicción al tabajo
La adicción al trabajo es una característica de nuestra sociedad industrializada, en donde el trabajo y, consiguientemente, el dinero y el poder, están muy asociados. Este problema se detecta fácilmente cuando la persona antepone el trabajo a su familia, a sus amigos, a sus diversiones y, al final, ante sí mismo como persona. La persona con esta adicción puede trabajar diariamente 12 ó 14 horas durante 6 ó 7 días a la semana. Es raro que tome vacaciones, y si las toma padece síndrome de abstinencia: está irritado, inquieto, tiene sentimientos de inutilidad y culpabilidad, llama continuamente al trabajo como si fuese imprescindible, se siente angustiado, etc. Otra característica es que no hay pruebas objetivas de que tenga que hacer esas conductas para que todo siga funcionando igual en su ausencia.
Curiosamente, no siempre obtienen la productividad prevista con el gran número de horas que dedican al trabajo. Esto les lleva a trabajar aún más, cayendo en un círculo vicioso en donde nunca hay límite. Esto les lleva a ir poco a poco padeciendo situaciones de estrés, que se puede llegar a convertir en crónico. Por ello muchas personas que cumplen los criterios para el patrón de conducta tipo A son igualmente trabajadores compulsivos. Su modo de comportarse como trabajadores excesivos les lleva en muchos casos a padecer este patrón de conducta, que lleva a que tengan un alto riesgo de padecer enfermedades coronarias y, por tanto, de producirles la muerte.
Quién más sufre las consecuencias del trabajador compulsivo es su familia. En ocasiones el trabajador compulsivo puede quedar agotado, tanto a nivel físico como psicológico. En tales casos su organismo le recuerda que está sobrepasando los límites. Otros, aguantan así muchos años hasta que se derrumban. También es frecuente que si dejan de ser adictos al trabajo cambien por otra adicción (ej., al juego); o bien que otros adictos (ej., al juego), cuando dejan su adicción trabajen más horas o incansablemente y lleguen incluso a ser adictos al trabajo. La crisis suele permitirle darse cuenta del problema. Si sea a cabo una adecuada intervención con estas personas se puede reorganizar su vida.
Adicción a las compras
La adicción a las compras compulsivas es un nuevo problema en nuestras sociedades industrializadas.Una de sus características es que la persona que padece este problema compra cualquier cosa que vea no por su utilidad, sino por el hecho de comprarlo o por “si algún día” puede llegar a precisarlo, haciendo compras de lo más disparatadas, de poco dinero la mayor parte de ellas, pero en gran número y variedad. Ello acarrea quedarse sin dinero, tener que pedir créditos, impagos de los mismos, etc.
Suele detectarse este tipo de patrón en personas que compran en grandes almacenes, ya que en ellos encuentran los más variados artículos y pueden realizar las compras con tarjetas de crédito.
Igualmente, la utilización de tarjetas de crédito favorece la compra compulsiva, ya que sólo se ve el refuerzo, “la compra del objeto”, pero no las consecuencias (“quedarse sin dinero”), ya que el dinero de plástico en ese momento es sólo eso, plástico, y no aprecian que luego hay que hacerle frente con dinero real.
Este problema se da más frecuentemente en mujeres, por ser ellas las que suelen hacer la mayor cantidad de compras en la vida diaria, alimentación, hogar, para la familia, etc. En hombres, cuando se da, puede llevarles a la ruina económica, especialmente si tienen una empresa y compran grandes cantidades de modo irracional respecto a la posibilidad de venta, o compras superfluas que no son útiles.
Adicción a las tecnologías
Otras nuevas adicciones las tenemos con la televisión, ordenador, teléfono móvil, etc. En estas adicciones influye de modo importante el estar en casa, el aislamiento o el tener pocos amigos.
Una adicción que va cogiendo importancia año a año en los países industrializados, y sobre todo en jóvenes, son los videojuegos. Los mismos están asociados con la adicción a la televisión y con el juego patológico. Concretamente algunos padres dejan que sus hijos vean la televisión un gran número de horas, adquiriendo una dependencia de la misma. Con posterioridad les regalan un aparato de videojuegos y pueden adquirir una dependencia a los mismos.
Relacionado con estas adicciones, o independientemente, está la adicción al ordenador y más casos de adicción a Internet.
Resumen – PSICOLOGA ADICCIONES SANTANDER:
Una adicción consiste en una pérdida de control de la persona ante cierto tipo de conductas que tienen como características producir dependencia, síndrome de abstinencia, tolerancia, vivir para y en función de esa conducta, etc. Aunque se han propuesto distintos tipos de adicciones, hoy podemos diferenciarlas en dos grandes grupos: aquellas producidas por sustancias químicas y aquellas producidas por conductas. Serían las adicciones químicas y las adicciones comportamentales. Entre las primeras tenemos la adicción al alcohol, a la nicotina y a las drogas ilegales (heroína, cocaína, marihuana, drogas de diseño, etc.). Entre las comportamentales, el juego patológico (ludopatia), el comer compulsivo, el sexo compulsivo, el trabajo compulsivo, las compras compulsivas, etc., junto a la adicción a las nuevas tecnologías.