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El trauma vicario: Cómo los desastres naturales impactan emocionalmente, incluso desde la distancia.

Trauma vicario

El trauma vicario, también conocido como trauma indirecto, se refiere al impacto emocional que experimentamos al exponernos a imágenes y relatos de sufrimiento, incluso sin vivir el evento directamente.

El trauma vicario: Cómo los desastres naturales impactan emocionalmente, incluso desde la distancia.

El trauma vicario, también conocido como trauma indirecto, se refiere al impacto emocional que experimentamos al exponernos a imágenes y relatos de sufrimiento, incluso sin vivir el evento directamente. La reciente DANA es un claro ejemplo de cómo, aunque a distancia, la exposición a noticias y redes sociales nos puede afectar profundamente, generando el llamado trauma vicario. La psicóloga Montserrat Guerra ha aprovechado su intervención en el programa «Más de Uno» de Onda Cero Cantabria para hablar sobre los efectos que esta exposición continua puede tener en nuestra salud mental y cómo gestionarlos.

Presenciar el impacto devastador de una catástrofe como la DANA, aunque sea a través de una pantalla y desde la distancia, puede afectar emocionalmente de manera profunda. Aunque no experimentemos el desastre de forma directa, nuestra empatía y sensibilidad pueden hacer que sintamos una conexión emocional fuerte con las personas afectadas. Este fenómeno, conocido como trauma vicario, se refiere al estrés o malestar que una persona puede experimentar al exponerse repetidamente a imágenes y relatos de sufrimiento ajeno.

¿Qué es el trauma vicario?

Guerra ha comentado que el trauma vicario surge cuando, al ver el sufrimiento de otros/as, nuestra sensibilidad nos lleva a sentir una conexión emocional intensa con los afectados/as. Este proceso nos deja con emociones como la empatía, la impotencia o la angustia. Según Guerra, esta reacción es natural y adaptativa: es como si nuestro cerebro se preparara para enfrentar una amenaza, aunque no estemos directamente en peligro.

El trauma vicario puede surgir por varias razones:

  • Primero, el trauma vicario surge al ver el sufrimiento de otros/as, muchos/as sienten una profunda empatía y pueden experimentar angustia, tristeza o incluso un sentimiento de impotencia. Además, el cerebro humano, al procesar imágenes y situaciones impactantes, puede reaccionar con una respuesta de «lucha o huida», una reacción natural diseñada para protegernos. Sin embargo, al no haber un peligro directo que enfrentar, esta energía emocional puede quedarse sin resolver, contribuyendo a un estado de ansiedad o inquietud.

El impacto en nuestra vida diaria puede manifestarse de diferentes formas, como:

  • Alteraciones en el sueño,
  • Irritabilidad,
  • Pensamientos recurrentes sobre lo que hemos visto o
  • Incluso una sensación persistente de inseguridad o vulnerabilidad, aunque no estemos en peligro.

Este tipo de malestar, llamado trauma vicario, puede ser aún mayor en personas con una gran sensibilidad emocional, en quienes ya sufren de ansiedad o en quienes han experimentado traumas propios.

Para algunas personas, la reacción a estos eventos puede ser buscar maneras de ayudar, de canalizar su empatía hacia algo positivo, como ofrecer ayuda económica, donar ropa, o incluso unirse a esfuerzos de voluntariado. Sin embargo, si estas emociones se prolongan sin una salida adecuada, pueden derivar en lo que se conoce como «fatiga por compasión», que se caracteriza por un agotamiento emocional que puede afectar el bienestar a largo plazo.

¿Por qué sentimos la necesidad de ayudar a quienes están en una situación de emergencia y cómo puede esto ser positivo para nuestra salud mental?

La directora del gabinete ha comentado, que podemos sentir la necesidad de ayudar a quienes atraviesan situaciones de emergencia por varios motivos:

  1. La empatía juega un papel crucial; cuando vemos a otros/as en situaciones de dificultad, nuestra capacidad de «ponernos en su lugar» nos impulsa a querer aliviar su sufrimiento.
  2. Esta reacción es en parte biológica y social: ayudar a los demás es una respuesta natural en seres humanos y está vinculada a mecanismos de recompensa en el cerebro, especialmente a la liberación de neurotransmisores como la dopamina y la oxitocina, que están asociados con el bienestar y el vínculo social, a través de ayudas económicas, dando cosas, y experimentamos conexión con ellos/as.

Esta necesidad de colaborar no solo beneficia a los afectados/as, sino que también tiene efectos positivos para quienes ayudan. El voluntariado y la solidaridad tienen un impacto terapéutico: cuando brindamos apoyo, experimentamos un sentido de propósito y conexión, lo que puede reducir nuestros niveles de estrés y mejorar nuestra salud mental. En otras palabras, actuar con solidaridad es una forma de tomar control en medio de una situación que, de otro modo, se sentiría abrumadoramente fuera de nuestro alcance.

Los beneficios para la salud mental de quienes ayudan desde lejos también incluyen una disminución en el riesgo de desarrollar «trauma vicario», ya que la acción voluntaria o la ayuda pueden servir como una vía de expresión emocional, evitando que las imágenes y noticias difíciles se transformen en angustia acumulada. En suma, ayudar nos conecta con lo mejor de nosotros/as mismos/as, refuerza nuestras redes sociales y nos recuerda que, aunque podamos estar físicamente distantes, estamos unidos en una misma comunidad humana.

¿Cuáles son algunos de los errores emocionales más comunes que cometemos al procesar este tipo de traumas: el trauma vicario?

Cuando procesamos una crisis desde la distancia, es fácil que nos sintamos abrumados/as o que asumamos emociones intensas que, aunque naturales, pueden tener consecuencias para nuestra salud mental. Guerra ha comentado algunos de los errores emocionales más comunes:

  1. Sobreexposición a las noticias: La necesidad de estar al tanto de la situación nos puede llevar a consumir información de manera continua, generando estrés, ansiedad e incluso angustia. La sobreexposición también nos hace más vulnerables al trauma vicario, que ocurre cuando experimentamos una crisis ajena como si fuera propia. Hay que tener en cuenta de donde consumimos la información, y no caer en el juego de exponernos a las fotografías más duras.
  2. Sentimientos de culpa o impotencia: Es habitual sentir culpa por no poder ayudar directamente o pensar que deberíamos hacer algo más. Esto puede llevarnos a la frustración y a una sensación de impotencia que afecta nuestro bienestar.
  3. Minimizar nuestro bienestar: Podemos caer en la trampa de pensar que nuestras propias emociones o preocupaciones son «menores» en comparación con lo que atraviesan las personas afectadas. Sin embargo, desatender nuestras propias necesidades emocionales nos deja menos capaces de ayudar a los demás y cuidar de nuestro propio bienestar.
  4. Idealizar el rol de «salvador»: Aunque el deseo de ayudar es natural, asumir la responsabilidad emocional o física de la crisis puede crear una carga innecesaria. Esta presión por «resolver» algo que está fuera de nuestro control puede llevar al agotamiento emocional.

Para evitar estos errores, Montserrat Guerra ha comentado algunos límites que se deben establecer:

  • Limitar el consumo de información: Decide un horario concreto para revisar las noticias y evita la sobreexposición. Esto permite procesar la información de manera más equilibrada.
  • Reconocer y validar nuestras emociones: No importa que estemos a kilómetros de distancia; nuestras emociones son válidas. Reconocerlas nos ayuda a gestionarlas mejor.
  • Priorizar el autocuidado: Reservar tiempo para desconectar, estar en calma y descansar nos permite procesar las noticias con mayor claridad y evitar el agotamiento emocional.
  • Definir formas de ayuda realistas: Si deseamos contribuir, podemos elegir una vía concreta, como donar a una organización de confianza. Esto nos permite canalizar nuestras emociones de manera constructiva sin asumir una responsabilidad que no nos corresponde.

Proteger nuestra salud mental es clave en estas situaciones. La capacidad de conectar con el sufrimiento ajeno es un reflejo de nuestra humanidad; sin embargo, también es esencial cuidarnos y ser conscientes de nuestro propio bienestar emocional, para no quedar sobrepasados por el dolor que vemos en los demás.

¿Qué personas deberían ser protegidas de las informaciones y medios en situaciones de crisis, y qué explicaciones se les deberían dar?

En situaciones de crisis, es importante proteger a ciertos grupos de la sobreexposición a las noticias y medios, especialmente cuando se trata de imágenes y detalles perturbadores. La Directora del Gabinete ha hablado brevemente de las personas que deben protegerse:

  1. Niños/as y adolescentes: A una edad en la que su comprensión del mundo y de la seguridad aún se está desarrollando, la exposición a crisis graves puede ser angustiante. En vez de mostrarles imágenes impactantes, es preferible ofrecerles explicaciones simples y honestas, adaptadas a su nivel de madurez.
  2. Personas con alta sensibilidad emocional: Las personas que tienden a absorber las emociones de otros/as pueden sentirse fácilmente sobrecargados/as con la exposición a crisis en los medios. A estas personas, podemos sugerirles limitar el tiempo dedicado a las noticias y practicar el autocuidado.
  3. Personas con ansiedad o estrés elevado: Aquellos/as que ya están enfrentando estrés o ansiedad pueden encontrar en estas noticias un detonante que agrave sus síntomas. Es útil recordarles que su bienestar es importante y que está bien priorizarlo.
  4. Personas mayores con experiencias traumáticas previas: En ciertos casos, las personas mayores pueden revivir recuerdos o experiencias personales al ver una crisis en los medios. En estos casos, ofrecer una versión resumida de los hechos puede ser útil.

¿Qué rol juegan las instituciones y la percepción de justicia en la reacción emocional de la sociedad ante estos desastres?

Guerra también ha comentado que las instituciones juegan un papel fundamental en la respuesta emocional de la sociedad ante desastres naturales como la DANA. Su rol va más allá de la gestión física de la crisis: su eficacia y transparencia en la respuesta pueden moldear profundamente la percepción de justicia o injusticia entre la población, lo cual impacta en el nivel de confianza, tranquilidad, e incluso en la resiliencia colectiva.

  1. Confianza y seguridad: Cuando las instituciones responden rápidamente y muestran transparencia, la sociedad suele sentir mayor confianza y seguridad, lo que disminuye la sensación de vulnerabilidad. La percepción de que hay un plan estructurado y personas capacitadas al mando puede dar calma en momentos de alta incertidumbre. En cambio, una respuesta lenta o caótica puede aumentar el miedo y la desconfianza, ya que los afectados/as sienten que están desamparados/as o ignorados/as.
  2. Percepción de justicia: Este sentimiento de desigualdad aumenta la frustración y el resentimiento hacia las autoridades, y puede alimentar el trauma social. Un ejemplo sería si la ayuda prioriza áreas más urbanas y deja en desventaja a poblaciones rurales, lo que podría percibirse como una injusticia basada en el lugar de residencia.
  3. Efecto de las promesas incumplidas: Las instituciones que no cumplen con las promesas de reconstrucción o asistencia generan una profunda decepción y una pérdida de confianza. Esto no solo afecta a quienes están directamente implicados/as, sino que amplifica el trauma vicario, creando un ambiente de pesimismo y resignación en la sociedad. Cuando se promete reconstrucción o ayuda financiera y esta no llega, los afectados/as pueden experimentar un ciclo de revictimización, ya que la esperanza de recuperarse se desvanece.
  4. Transparencia y comunicación: En contraste, la falta de comunicación o información ambigua puede generar desconfianza y teorías de conspiración, lo que amplifica la ansiedad colectiva y el sentimiento de inseguridad.
  5. Impacto en el trauma social: La percepción de injusticia y de una respuesta institucional ineficaz puede convertir una catástrofe en un trauma colectivo. Si las instituciones no cumplen con sus roles, la población no solo enfrenta la pérdida física, sino también una herida emocional a nivel social que puede durar generaciones. Este trauma social afecta la cohesión comunitaria, ya que el sentimiento de desamparo y desigualdad puede distanciar a la sociedad de sus instituciones.

Guerra ha concluido que conectar con el sufrimiento ajeno es una muestra de nuestra humanidad, pero también es esencial cuidar nuestro bienestar emocional para no ser abrumados por el dolor ajeno. Protegernos nos permite mantenernos resilientes y disponibles para ayudar de manera saludable.

En el siguiente enlace puedes escuchar la entrevista completa: https://www.ondacero.es/emisoras/cantabria/audios-podcast/mas-de-uno/trauma-vicario-catastrofes-naturales_202411046728d181d8f8950001da0c67.html

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